Para el politólogo Giovanni Sartori, el hombre está dotado de ciertas habilidades que lo hacen especial dentro del reino animal; además del raciocinio; el ser humano tiene la capacidad simbólica a través de la cual se deriva el lenguaje.
Helena Beristáin asocia al lenguaje con la cultura; pues éste, al ser el medio por el cual realizamos representaciones, “permite la formulación de conceptos que, al referirse a las cosas, hacen posible tanto el pensamiento como la comunicación […] y todo aquello respecto a lo cual pensamos es cultura. “
Si el lenguaje tiene la función de ser un instrumento para comunicar y pensar; también es necesario tener los medios para poder llevarlas a cabo; es por tal motivo que el ser humano se vio en la necesidad de crear los mecanismos para dar a conocer sus pensamientos; es así como surgen los medios de comunicación.
La escritura aporta el desarrollo de la mayoría de las civilizaciones, y es la imprenta, en primera instancia, la que permite la transmisión escrita de la cultura, y ésta se convierte en algo accesible; posteriormente aparecen nuevos medios de comunicación que acortan las distancias, como el telégrafo, el teléfono, la radio; además del periódico y los libros; pero… los avances tecnológicos superaron las barreras de distancia e inmediatez, en cuanto a lo audiovisual; entonces llegaron al seno de los hogares la televisión, la “caja idiota”, y más recientemente las computadoras.
Empero, dichos medios audiovisuales surgieron como una nueva etapa del “lenguaje tradicional”; pues se conjuga en ellos la palabra, el sonido y la imagen; lo cual ha propiciado el auge y la aceptación de dichos medios; ya que el receptor puede asimilar la información más fácilmente.
Sartori considera que, especialmente, la televisión modifica la naturaleza de la comunicación en el ser humano; pues traslada a ésta del contexto de la palabra, al contexto de la imagen. La relación entre entender y ver se transforma: el espectador se vuelve un «animal vidente»; para el cual, lo representado a través de imágenes es más trascendente que la estructuración de un pensamiento lógico y abstracto por medio de las palabras. Por tal motivo, Sartori hace énfasis en criticar la situación de las nuevas generaciones ante el avasallamiento de los medios audiovisuales, pues para él, al momento de madurar esos niños, serán adultos sordos a los estímulos del conocimiento adquirido gracias a la palabra escrita.
Sin embargo, la perspectiva del politólogo italiano es catastrofista al condenar la existencia y el auge de los medios audiovisuales; como si éstos determinaran la actitud del espectador; pues parece considerar a éste último como un ente sin decisión propia; la cual posiblemente estará dada por diversos factores como la cultura propia, la historia personal, el lugar donde se vive, etcétera.
La imagen, por su parte, posee la particularidad de ser fácil de comprender, y además se dirige directamente a la emotividad, en un solo golpe, sin indagar más allá; lo cual no significa que requiera de menor ejercicio mental para entenderla; es, por tanto, el lenguaje común de nuestra sociedad, y no por ello será un oprobio para la inteligencia humana que necesita del respaldo del conocimiento para adiestrar al intelecto, por medio de la palabra escrita.
Helena Beristáin asocia al lenguaje con la cultura; pues éste, al ser el medio por el cual realizamos representaciones, “permite la formulación de conceptos que, al referirse a las cosas, hacen posible tanto el pensamiento como la comunicación […] y todo aquello respecto a lo cual pensamos es cultura. “
Si el lenguaje tiene la función de ser un instrumento para comunicar y pensar; también es necesario tener los medios para poder llevarlas a cabo; es por tal motivo que el ser humano se vio en la necesidad de crear los mecanismos para dar a conocer sus pensamientos; es así como surgen los medios de comunicación.
La escritura aporta el desarrollo de la mayoría de las civilizaciones, y es la imprenta, en primera instancia, la que permite la transmisión escrita de la cultura, y ésta se convierte en algo accesible; posteriormente aparecen nuevos medios de comunicación que acortan las distancias, como el telégrafo, el teléfono, la radio; además del periódico y los libros; pero… los avances tecnológicos superaron las barreras de distancia e inmediatez, en cuanto a lo audiovisual; entonces llegaron al seno de los hogares la televisión, la “caja idiota”, y más recientemente las computadoras.
Empero, dichos medios audiovisuales surgieron como una nueva etapa del “lenguaje tradicional”; pues se conjuga en ellos la palabra, el sonido y la imagen; lo cual ha propiciado el auge y la aceptación de dichos medios; ya que el receptor puede asimilar la información más fácilmente.
Sartori considera que, especialmente, la televisión modifica la naturaleza de la comunicación en el ser humano; pues traslada a ésta del contexto de la palabra, al contexto de la imagen. La relación entre entender y ver se transforma: el espectador se vuelve un «animal vidente»; para el cual, lo representado a través de imágenes es más trascendente que la estructuración de un pensamiento lógico y abstracto por medio de las palabras. Por tal motivo, Sartori hace énfasis en criticar la situación de las nuevas generaciones ante el avasallamiento de los medios audiovisuales, pues para él, al momento de madurar esos niños, serán adultos sordos a los estímulos del conocimiento adquirido gracias a la palabra escrita.
Sin embargo, la perspectiva del politólogo italiano es catastrofista al condenar la existencia y el auge de los medios audiovisuales; como si éstos determinaran la actitud del espectador; pues parece considerar a éste último como un ente sin decisión propia; la cual posiblemente estará dada por diversos factores como la cultura propia, la historia personal, el lugar donde se vive, etcétera.
La imagen, por su parte, posee la particularidad de ser fácil de comprender, y además se dirige directamente a la emotividad, en un solo golpe, sin indagar más allá; lo cual no significa que requiera de menor ejercicio mental para entenderla; es, por tanto, el lenguaje común de nuestra sociedad, y no por ello será un oprobio para la inteligencia humana que necesita del respaldo del conocimiento para adiestrar al intelecto, por medio de la palabra escrita.